domingo, 14 de diciembre de 2014

El sol en llamas (I)

Las llamaradas solares que se producen en la actualidad son similares a las que tienen lugar desde hace unos pocos miles de millones de años y que también llegaban a la Tierra cuando el hombre primitivo sacaba chispas para hacer fuego, por lo que no deberían alarmar sobremanera. Así lo explicaba esta semana el astrónomo del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) Pere Pallé, en cuya opinión está claro que, por pura probabilidad, alguna llamarada solar fuerte alcanzará la Tierra en algún momento y podrá producir daños importantes en la infraestructura tecnológica a la que estamos acostumbrados y de la que tanto dependemos, pero no se sabe si eso se producirá dentro de cien, mil o diez mil años, por lo que es importante investigar para poder predecir.

 Pallé dice que el cambio radical que ha experimentado la sociedad, basado en un alto grado tecnológico que afecta e incide en el modo diario de vida, ha obviado la convivencia con esta estrella activa que es nuestro Sol. Cómo podría afectarnos Lo importante será disponer de un margen de tiempo para minimizar el daño en satélites y otras infraestructuras tecnológicasEl investigador del IAC destaca la importancia de investigar el Sol para, entre otras cuestiones, poder entender y predecir esos acontecimientos violentos y extremadamente energéticos. Para predecir cuándo se producirán y si afectarán directamente a la Tierra a fin de tener un cierto margen de tiempo para, hasta cierto punto, minimizar el daño en satélites y otras infraestructuras tecnológicas. La perturbación en el campo magnético que rodea la Tierra afectaría a las señales electromagnéticas en que se basan nuestras comunicaciones de las ondas también será inevitable y no habrá comunicaciones, con lo que se producirán situaciones complicadas, reconoce Pere Pallé. Insiste en que es preciso tener conocimiento de esos fenómenos y saber convivir con una estrella "activa" y que va a su "bola" y que si bien nosotros cambiamos esa estrella no lo hace. La esencia antes este tipo de situaciones es entender que el ser humano "vale lo que vale, no más", opina Pere Pallé, quien añade que observar esos fenómenos es también una cura de humildad, pues, al igual que ocurre con los ciclones y otros fenómenos atmosféricos extremadamente violentos, se comprende que no se puede hacer nada y que la naturaleza está muy por encima de los humanos: "No la controlamos", sentencia. 


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